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Entre la naturaleza de la Cueva Castrola

  • Foto del escritor: mochilayadelante
    mochilayadelante
  • 17 oct 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 18 oct 2021

CUEVA CASTROLA


Para los que somos amantes de la naturaleza, de pasear entre grandes árboles y montañas, hay momentos que no podemos ir muy lejos y viviendo en la llanura manchega nos puede resultar difícil cubrir esas necesidades básicas. Pero siempre es bueno mirar lo positivo de todo lo que tenemos cerca, como descubrir esos lugares que ni pensabas que había cerca de ti. Tal vez no sean los árboles y las montañas más altas, o no hay ríos con grandes cantidades de agua. Pero si que sabemos que pasear en la naturaleza nos cambia la energía a mejor. Ese día lo viví con ilusión, llegué a casa renovada y feliz por poder ver yo misma esa cueva. Hacía ya tiempo que quería conocerla, pero ya sabéis que muchas veces dejamos por conocer lo que tenemos cerca por ir a otros lados, y tal vez en estos momentos sean los ideales.

El sendero, no es de mucha dificultad, a no ser que no tengas muy buenas condiciones físicas por motivos de salud, más o menos tardé 1,5 hora en llegar, soy de las que se paran a sacar fotos a lo más mínimo.

Prácticamente el sendero esta marcado, pero hay una parte, la parte final, donde no cuentas con el recorrido marcado, pero seguro que contamos con un buen instinto, aunque os diré el camino.

Esta cueva tiene historia y de ahí viene su nombre. Os la dejo por aquí escrita, aunque en la llegada a la cueva tienes explicado el significado y la historia:


Hacia la mitad del siglo XIX esta cueva era el refugio de Isidoro Juárez Navarro, hijo de Castor (De donde viene el mote Castrola), nació en 1851 en Villarrubia, comenzó sus fechorías con 19 años robando aceite y se le condenó por 2 años de cárcel.

Entre medias de esto tenía que cumplir con el servicio militar, y para no acudir a éste, alegó ser hijo de padre enfermo y pobre. Esto no impidió que le mandaran a África desde donde intentó huir y acabó de nuevo en el calabozo. Una vez que sale, y mientras esperaba para ir hacia Ceuta, su padre le ayudó a escapar entre los campos y llegar a ocupar la cueva que actualmente lleva su nombre. El 6 de agosto de 1873 comienza la leyenda del bandolero “Castrola” que vivió aquí durante 8 años.

Muere en 1881 en Urda y le fue llamado como “Alimaña más terrible de los Montes de Toledo”; infundía terror a sus compañeros y asesinó a 3 de ellos.

El punto de partida es desde la Ermita de la Virgen de Valdehierro, en el término municipal de Madridejos (Toledo); donde contáis con zona de acampada autorizada y para hacer picnic.

Ermita de la Virgen de Valdehierro

Hay dos senderos, ambos os llevan hacia la cueva y acaban confluyendo en el mismo camino, yo siempre elijo el que tiene muchos árboles.

A parte del sendero de la Cueva de Castrola, tenéis otros para divisar el chopo centenario.

Como recomendación, mejor llevar un calzado de trekking adecuado, ya que hay zonas con muchas piedras, sobre todo al final.


El sendero circula entre árboles grandecitos y mucha paz, es un buen lugar para desconectar y disfrutar de la naturaleza, donde seguramente que no te encuentres con nadie más en todo el recorrido.


Dependiendo del camino por el que comiences por arriba o por abajo, ambos se unen y están señalizados con bastones y flechas durante el trayecto.

Este sendero atraviesa parte de una propiedad privada, con una cadena y letrero que lo anuncia.

Y no hay problema para atravesarlo andando, en coche es recomendable dejarlo en la Ermita, aunque lo puedes acercar hasta donde comienza esta propiedad.


Más adelante hay una bifurcación, y si no se está atento, la señalización del sendero puede pasar desapercibida e irnos a otro lugar. El sendero no está muy bien marcado en ese punto.


A los pocos metros, cruzáis por medio de otro atractivo turístico, los porches ganaderos. Estos fueron construidos ente 1948 y 1950, para que los ganaderos pudiesen aprovechar los pastos de las zonas y a su vez pudiesen tener cobijo para ellos y para su ganado.

Porches ganaderos


Después de dejar atrás los porches ganaderos, iréis viendo un camino que aunque no está marcado, se le nota más transitado que otros. Id atentos, porque ya solo veréis una sola señal del sendero y la última, casi pasa desapercibida entre los matorrales.


Y ya solo queda subir hacia arriba, a partir de aquí no he encontrado ninguna marca que nos dirija por el sendero, tuve que seguir mi instinto y la conexión a internet se perdía continuamente. Conforme vas subiendo el camino se hace más cansado y encuentras un pequeño sendero lleno de piedras, se debe continuar hacia arriba y en pocos minutos se llega a la cueva.


Otra cosita que también recomiendo es que se suba a la parte de arriba de la cueva, con precaución y se quede observando las vistas que hay desde arriba. No solo me encantaron las vistas, lo que más fue el silencio… el viento chocando con las hojas y los pájaros piando, nada de coches, trenes, alboroto…




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Hola! Soy Estela, una manchega que le encanta viajar, descubrir; y después de mucho tiempo meditando, he decidido empezar a escribir sobre lo que mis ojos ven. Me encanta viajar, lo adoro!!! me hace feliz, me hace brillar…

 

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