El infierno de Breendonk
- mochilayadelante
- 20 dic 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 17 oct 2021

Este lugar tan frío, pero al mismo tiempo un horroroso infierno para muchos, lo descubrí en mi viaje a Bélgica en el mes de abril de 2016.
La verdad, no sé cómo llegó a mis oídos, creo recordar que fue cuando compartíamos una cena de amigos y, entre charlas y conversaciones filosóficas, me lo nombraron.
Tal vez no es tan conocido como el de Auschwitz o Mauthausen, de los que tenemos tanta información, de los que se han escrito libros, se ha hecho películas y escrito biografías. Pero en este lugar también ocurrieron verdaderas atrocidades. Surgieron historias de supervivientes.
Nunca tuve constancia de él hasta aquel día.
De todo lo que vi, escuché y sentí, hubo dos personas, que trabajaron allí, que me dejaron con la boca abierta, pero muy abierta.

Uno de ellos fue Fernand Wyss (21 años). Se ofreció voluntario en 1940 para servir en las Waffen- SS (cuerpo de combate de élite Alemán) y en 1941 fue enviado al campo de concentración Breendonk. Él fue uno de los guardias flamencos más crueles del campo: no sólo maltrataba a los presos mientras estos trabajan forzadamente, interrogó y usó la cámara de tortura, y era el que daba el golpe de gracia en todas las ejecuciones.

Si alguna vez tenéis el valor y el respeto de ir, sin buscar morbo, sino conocimiento y aprendizaje, en la audio guía entregada por el memorial podréis escuchar una de sus frases más conocidas: “Esto es el infierno, pero yo soy el mismísimo diablo”
PD: Si os fijáis a un ladito de la foto, hay círculos blancos en la pared, no se han cubierto ni modificado, son las marcas de disparos.

Otra de las personas que más me impactó fue Ilse Birkholz. Nació en EEUU en 1914, y su familia, de origen alemán, retornó allí con el estallido de la I Guerra Mundial.
En septiembre de 1939 se casaría con SS Philipp Schmitt (comandante de Breendonk) siguiendo el acuerdo Heiratsbefehl de Himmler (preservar la raza aria pura).
Tal era su maldad, que disfrutaba paseándose por el patio de trabajo acompañada de grandes tartas recién hechas, para que el olor a comida llegara a todas las personas que estaban allí encerradas y en esas condiciones. Hay que añadir, que no queda constancia actual de esta mujer desde el final de la II Guerra Mundial, no se sabe nada, desapareció de la faz de la tierra, a día de hoy tendría 106 años


En el momento en el que llegué a la puerta… un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.
Era un frío que quemaba por dentro...
La tristeza... el sufrimiento. Emociones allí vividas que te traspasan, que sientes por dentro.
Aún recuerdo aquel sentimiento... La energía del lugar, las sensaciones que sentí hablaban por sí solas.
Ver cada rincón de ese lugar, y notar el miedo pegado a las paredes… Eso, me dejó impactada... para siempre.
Este lugar me hizo salir cansada, helada de frío, triste, agotada en todos los sentidos… y sobre todo, haciéndome mil preguntas: "¿Cómo pudieron llegar a hacer esto?" "¿Estas personas tendrían sentimientos?" "¿Podrían dormir por las noches después de todo lo que hacían?"
Os aseguro que no es un lugar para visitar si solo es por morbo, tampoco si eres aprensivo o muy sensible.
Pero es un lugar que recomiendo, para no olvidar nunca la historia.
Como dijo George Santayana en 1936: “Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla"
Y por eso mismo, este memorial creo que debería conocerse, porque muchas cosas del pasado nunca deben volver a ocurrir jamás.
El fuerte Breendonk fue construido en 1906 como defensa de la Amberes para posibles ataques de Alemania, ubicado en la población de Willebroek. Durante la II Guerra Mundial fue utilizado por el ejército alemán como un campo de prisioneros y de transito durante la invasión de Bélgica.



El 20 de septiembre de 1940 llegan los primeros prisioneros a este lugar, trasladados en trenes de carga, hacinados, cansados y deshumanizados, estas personas en un principio no cumplen con las nuevas leyes que hacen referencia a la raza aria pura, y más adelante también se encontraban prisioneros políticos entre muchos más.

Este lugar contaba con un lugar destinado solamente a los judíos que iban a ser deportados y enviados a morir a lugares como Auschwitz.
A día de hoy este lugar protegido por un foso de agua como antiguamente contaban los castillos del Medievo, mantiene su color, olor, sensación y oscuridad, ya sabías que aquí nada bueno podría pasar.

Una vez que cruzas el puente, lo único que ves es un pasillo largo, estrecho y oscuro, un lugar que sabes que ha sido recorrido por personas de las cuales muchas no volvieron a salir con vida. Puedes recorrer con la audio-guía cada rincón y empaparte de todo lo que tiene que contar, sus cocinas, baños, habitaciones, y contemplar un símbolo que actualmente sigue causando terror, la esvástica.
Escuchar que los prisioneros solo tenían 1 minuto para limpiarse la cara, 2 minutos para ir al baño, que era zona común y sólo usado 1 vez al día. Ver las camas, y saber que nunca cambiaban los colchones en las cuales acabaron por aparecer chinches y pulgas. Y el remedio utilizado, castigar al preso con palizas. ¿Y que muchos de los informes de decesos del lugar sean por un resfriado?


En la sala de tortura aún es posible ver con tus propios ojos los instrumentos utilizados para producir dolor, el gancho que veis en la imagen, servía para levantar a las personas hacia arriba y producir la rotura de sus articulaciones, luego te dejaban caer sobre los picos que hay abajo, y te hacían romper las rodillas, o las celdas de castigo, pequeñas, oscuras, y donde te dejaban en pie durante días. Los animales tenían su nombre en el establo más limpio, los presos simplemente tenían un número.



Por este lugar, por el patio es por donde Ilse solía pasear con sus pasteles y da salida al exterior, donde también se realizaban trabajos forzados y era el camino que seguían los prisioneros en dirección a la horca o al fusilamiento.
Siguiendo a otros campos de concentración nazis, aquí también se llevaban a cabo ejecuciones, normalmente por ahorcamiento o fusilamiento obligando al resto a ver todas esas situaciones. Aún se mantiene este lugar tal cual está. Fuera del edificio puedes ver la chapa con los nombres.


Se ejecutaron a 207 personas, 184 fusiladas y 23 ahorcadas. 77 mueren por hambre, agotados, maltratados o por suicidio. Aproximadamente y por los registros del fuerte pasaron 3.600 personas.
El 6 de mayo de 1944, antes de que se liberase Bélgica, los prisioneros habían sido enviados a los campos de concentración de Alemania, y apenas hubo gente que regresó. Y este lugar quedó en abandono.


Como llegar:
Tienes varias formas para hacerlo, he realizado las dos formas, y las dos son recomendadas.
Bus: Saliendo desde Bruselas (Karel Rogierplein) el bus número 460 ( Brussel- Boom, símbolo en morado) que os deja en la misma puerta del Fuerte. La compañía es Lijn (amarillos y blancos) y cuesta 3€. IMPORTANTE: No funciona completa los domingos.
Tren y bus: tomando un tren desde Bruselas, cualquiera de las estaciones, o desde Amberes hasta la ciudad de Malinas (Mechelen). En la misma puerta de la estación se ubican los autobuses, podéis buscar el número 286. El viaje en bus se realiza con la compañía Lijn (amarillos y blancos) y cuesta 3€ se sitúa en el andén 17. La parada donde te debes bajar es Willebroek Van Landeghemplein. Ya solo queda ir andando por la avenida Dendermondsesteenweg unos 15 min. Si te da apuro, utiliza el Gps del móvil y te va diciendo el recorrido que sigues.
Se puede ir en tren a Willebroek desde Malinas (Mechelen) y en la puerta hay un autobús que os deja cerca, pero no es la más recomendable y la frecuencia y muchísimo más baja.